domingo, 14 de abril de 2013

To e-Read or not To e-Read; that's the Question.

¿Qué es mejor, leer en papel o leer en pantalla? Cuando pregunto esto entre mis amigos, sus respuestas suelen basarse en los gustos de cada uno; prefiero, me gusta o me da igual. Pero lo que ocurre en nuestro cerebro, cuando leemos en uno u otro soporte, no es una cuestión de gustos.

Lo que de verdad se pregunta Ferris Jabr (escritor y periodista científico) en su artículo publicado en Scientific Amercian es cómo la tecnología cambia la forma en que leemos y cómo este cambio de forma afecta a la comprensión de lo que leemos.

En cientos de estudios, experimentos y encuestas al respecto, lo primero que aparece es la importancia que le damos al tacto del papel. Y ello no es una cuestión menor pues, al parecer, hojear del libro permite una "navegación" más intuitiva por el texto que la que se obtiene realizando scrolls o búsquedas por una pantalla con la consiguiente dificultad en contextualizar lo encontrado. Además, estudios neuronales demuestran que leer en pantalla nos exige más recursos cerebrales que leer en papel; vamos, que se lee más relajado en un papel que en una tablet. Y además recordamos mejor lo leído.

Pues, al contrario de lo que se suele creer, leer no es solo un acto abstracto, es decir, no es una simple interpretación de signos y códigos. Leer es también una actividad física; el texto, además de ser un compendio de letras, es también una "cosa" física, como un paisaje sobre la cual nos hacemos mapas mentales en la misma medida en que los hacemos del territorio o de la distribución de un edificio o vivienda. De hecho, no nacemos con estructuras cerebrales naturales para leer, sino que las vamos incorporando posteriormente. Y estas estructuras se desarrollan en varias zonas del cerebro, afectando especialmente a las dedicadas al lenguaje hablado, la visión o la coordinación motora.

En cuanto a la comprensión de lo leído, parece que esta es mayor (aunque no mucho) cuando se leen textos de papel, lo cual se debe a varios factores, no siendo el menor nuestra actitud cuando encaramos la lectura, pues lo escrito en papel nos parece más serio que lo escrito en pantalla. También ayuda mucho a la comprensión el hecho de poder tomar notas en los márgenes o marcar frases y párrafos. Además, con el e-book no tenemos sentido de propiedad: los libros se "tienen", los e-books se leen. Así, es muy frecuente, por otra parte, imprimir los textos cuando estos son muy largos y su comprensión es importante.

En cualquier caso, las cuestiones que se refieren a nuestra actitud podrían cambiar conforme va cambiando la tecnología, como la incorporación de la e-ink, los marcadores o la posibilidad de introducir comentarios.

Parece, por tanto, que en lo que se refiere a lectura intensiva, el papel permite una mejor comprensión con un menor desgaste por parte del lector.

Pero todo ello no puede hacernos olvidar las enormes ventajas que las nuevas tecnologías aportan en el tratamiento y comprensión de la información en general. La distribución de los contenidos o la complementación con infografías ayudan mucho a la comprensión, porque, en definitiva, el texto no es la única forma de leer.

Artículo original en Scientific American

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